La desocupación, falta de inversiones en lo público y lo privado, la educación, el reparto equitativo de las ganancias, la justicia, y podríamos seguir así eternamente enumerando aquellas injusticias que muchos prometieron revertir y olvidaron solucionar cuando tenían la posibilidad de hacerlo.
En este contexto, y casi sin querer, recordamos los 40 años del Rosariazo, aquel gigantesco BASTA que dijo la ciudad al agotarse su paciencia y que hoy debería repetirse -de otra manera quizás- ante la vergonzosa muestra de patoterismo y escaséz ética de nuestros representantes y de los que intentan serlo.
No hace falta decir que tenemos por delante, como arma letal, las elecciones que nos permitirán demostrarles cuán hartos estamos de ellos y sus actitudes. Pero no olvidemos que votar no es vivir en democracia, hace falta que todos nos comprometamos, participemos y nos transformemos en guardianes de nuestros derechos. no permitamos que nos mientan, no dejemos que nos arrebaten el presente y el futuro.
Marta Pascual
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